Una historia en equilibrio entre maestría y artesanía
Algunos artistas dejan una marca indeleble en la historia del arte a través de sus obras, su pensamiento y sus ideas. Algunos optan por un enfoque revolucionario y vanguardista, mientras que otros se concentran en la técnica pura, la modelan y la transforman según su propia visión. Pietro Annigoni, nacido en Milán en 1910 y fallecido en Florencia en 1988, es uno de los artistas italianos más reconocidos del siglo XX. Retratista extraordinario, no representaba solo el mundo de forma fiel y realista: sondeaba el alma de sus modelos y desvelaba su esencia oculta.
Hombre y artista increíblemente carismático, Annigoni vivió un siglo de revoluciones y protestas tumultuosas. Gracias a competencias técnicas únicas entre sus iguales que le permitieron realizar numerosas obras monumentales y grabados minuciosos, el maestro dedicó su arte a la defensa de la centralidad y la trascendencia del ser humano, previendo con una sabiduría casi profética su inminente declive.
Annigoni se convirtió en una figura de fama internacional en 1954 gracias a su retrato de la reina Elisabeth II, una obra maestra que consagró al artista como uno de los retratistas más destacados de su época. Con el paso de los años, pintó numerosos retratos de personajes célebres, entre ellos de dirigentes políticos, de artistas y de miembros de la nobleza, con lo que consiguió ni más ni menos que 7 portadas de la revista Time. Sus obras están actualmente expuestas en los más prestigiosos museos del mundo.
Pietro Annigoni colaboró con Magnani 1404 para desarrollar un papel que respondiera a sus propias exigencias, un papel que sigue estando disponible en la gama de productos para bellas artes. Este papel de color beis característico, compuesto por fibras de celulosa coloreadas para obtener un tono cálido y específico, fue concebido en colaboración con los maestros papeleros de Magnani. Apreciado en el mundo entero, y especialmente
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